Todo sobre el Maíz

El maíz (Zea mays) es una gramínea perteneciente a la familia Poaceae, tiene metabolismo fotosintético C4 y una gran capacidad de adaptación a diferentes ambientes y condiciones ambientales. Según Silveira et al. (2015), el maíz es una planta originaria de América del Norte. Según datos de la Empresa Nacional de Abastecimiento (2023), el rendimiento promedio de maíz en la cosecha 2022/2023 en Brasil fue de 5.855 kg ha-1. Coelho & France, afirman que el potencial productivo del maíz para forraje es de 70 toneladas por hectárea; sin embargo, los rendimientos obtenidos en las condiciones de cultivo están entre 10 y 45 toneladas de masa verde por hectárea. Figura 1. Planta de maíz El maíz se destaca como uno de los cereales más cultivados y producidos en el mundo, siendo destinado tanto a la alimentación humana como animal. Además de la importancia económica del maíz, Lerayer et al. (2006) afirman que el maíz es el componente principal de la alimentación de aves de corral, cerdos y ganado, desempeñando un papel importante en la viabilidad de otros cultivos a través de la rotación de cultivos. La rotación de cultivos con maíz es una estrategia que ayuda a reducir posibles problemas con nematodos de las agallas, nematodos quistes, así como algunas enfermedades como el moho blanco, proporcionando mayor sostenibilidad para diferentes sistemas de producción en diversas regiones agrícolas de Brasil y del mundo. Según Bredemeier (2020), las plantas de maíz se abastecen de agua y nutrientes extraídos del suelo, así como de oxígeno de carbono y oxígeno de la atmósfera como materias primas esenciales. Según Cruz et al. (2010), la temperatura ideal para el desarrollo del maíz varía según las etapas de crecimiento y desarrollo de la planta, y la temperatura promedio ideal, desde la emergencia hasta la floración, es entre 24 y 30 ° C, la ocurrencia de altas temperaturas puede causar una reducción en el ciclo de crecimiento de la planta, lo que, a su vez, comprometerá la productividad de los granos, esto se debe a la reducción del período destinado al llenado de los granos. Como señala Bredemeier (2020), aunque la naturaleza es la principal responsable de la mayor parte de la variación en el efecto del medio ambiente en el desarrollo de las plantas y el rendimiento del grano, es esencial adoptar prácticas de manejo para optimizar el uso de los recursos naturales, para esto, es necesario comprender cómo crece y se desarrolla la planta. Para una mejor planificación del manejo y tratamientos culturales que se llevarán a cabo durante el ciclo de cultivo, es necesario conocer las etapas fenológicas del maíz. La identificación de las etapas de crecimiento/desarrollo del maíz divide el desarrollo de la planta en vegetativo (V) y reproductivo (R). Según Magalhães & Durães (2006), las subdivisiones de las etapas vegetativas se denominan numéricamente como V1, V2, V3 a V(n); donde (n) representa la última hoja expedida antes del panojamiento (Vt). La primera y última etapa V están representadas, respectivamente, por (VE, emergencia) y (Vt, panojamiento). La productividad del maíz es el resultado de la combinación de tres componentes de rendimiento, que son: número de mazorcas por área, número de granos y masa de granos. Según Coelho & França (1995), el maíz presenta un alto potencial productivo; sin embargo, en las condiciones en que normalmente se produce, no alcanza este potencial. Los autores consideran que la fertilidad del suelo es uno de los principales factores que limitan la productividad. Las necesidades nutricionales de la planta están determinadas por la cantidad de nutrientes que extrae durante su ciclo de desarrollo. La fertilización en el cultivo de maíz debe llevarse a cabo de acuerdo con el análisis químico del suelo y los requisitos nutricionales del cultivo. Cuando es necesario, se realiza un encalado para elevar el pH y reducir la toxicidad del suelo. Es necesario proporcionar todo el aporte de nutrientes y condiciones que permitan el crecimiento y desarrollo de las plantas. El nitrógeno es el nutriente absorbido en mayor cantidad por el cultivo de maíz, y según Broch & Ranno (2012), es el nutriente que más limita la productividad de este cultivo, perdiéndose fácilmente por lixiviación, volatilización y desnitrificación en el suelo. Para lograr buenos niveles de productividad, es necesario entender que, a lo largo de las diversas etapas de crecimiento y desarrollo del cultivo de maíz, es necesario un manejo diferente, como el manejo de enfermedades, plantas invasoras y plagas. Otro ejemplo importante es la fertilización nitrogenada. Según Coelho (2015), la absorción de N por el maíz es intensa en el período que va desde 40 días después de la siembra, que incluye la elongación (etapa vegetativa V6) hasta la floración masculina, es decir, la emisión de la panoja. En este intervalo, la planta es capaz de absorber más del 70% del N total necesario para su desarrollo. En este sentido, comprender los momentos en los que se forman los componentes de productividad del maíz es fundamental para maximizar el potencial de rendimiento del cultivo, esto resalta la importancia de la planificación del manejo en las diferentes fases del desarrollo del cultivo para lograr altos rendimientos. Figura. Etapas críticas de crecimiento y sus componentes para definir la producción de maíz. El rendimiento del maíz está influenciado por varios factores a lo largo de su ciclo de desarrollo, incluyendo las condiciones climáticas, la temperatura, la humedad del suelo, el fotoperíodo, la radiación solar, el tiempo y la profundidad de siembra, la densidad de siembra, el manejo de la fertilización, así como la incidencia de plagas, enfermedades y plantas invasoras. Todos estos elementos tienen el potencial de afectar la productividad. Por lo tanto, para proporcionar un ambiente favorable para el crecimiento y desarrollo del maíz, es crucial implementar prácticas de manejo de acuerdo con las necesidades del cultivo. Al hacer esto, es posible mitigar las influencias externas que pueden interferir durante el ciclo del cultivo y asegurar el desarrollo de las plantas para que alcancen su máximo potencial productivo.
Enfermedades del maíz: ¿cuáles los cuidados necesarios?

El cultivo de maíz tiene gran importancia para la agricultura, sin embargo, su potencial productivo puede verse afectado por la ocurrencia de enfermedades. Además, los daños resultantes de estas enfermedades dependen de la presencia del patógeno, las condiciones ambientales favorables y la susceptibilidad del cultivar utilizado (Nunes & Canale, 2020). Como lo destaca Casela et al. (2006), una variedad de enfermedades puede afectar el cultivo de maíz, especialmente manchas blancas, cercosporiosis, diferentes formas de roya (polisora, blanca y común), helmintosporiosis, además de enfezamientos pálido y rojo. Cabe mencionar que la importancia de estas enfermedades es variable, dependiendo del año y la región en la que se cultiva el cultivo. El cultivo de maíz enfrenta desafíos debido a la gran diversidad de patógenos, cada uno con su propio criterio en cuanto a condiciones favorables. Esto hace que, en ciertos momentos del desarrollo del maíz, las condiciones se vuelvan más propicias para la aparición de enfermedades, haciendo que el cultivo sea más susceptible durante estos períodos. Enfermedades del maíz Para manejar estas enfermedades de manera eficiente, es esencial identificar los momentos más favorables para su desarrollo. A través de un cuidadoso monitoreo y adopción de estrategias de manejo, así como el control químico, cuando sea necesario. A continuación, podemos observar las enfermedades que afectan al cultivo de maíz y las etapas de desarrollo en las que pueden surgir. Mancha blanca La mancha blanca del maíz es una enfermedad que ha venido causando pérdidas de productividad, lo que puede resultar en pérdidas sustanciales, llegando hasta un 60% en híbridos susceptibles a la enfermedad y bajo condiciones ambientales propicias para su desarrollo. La bacteria Pantoea ananatis es conocida como el principal agente etiológico de esta enfermedad, aunque algunas especies de hongos, como Phaeosphaeria maydis, también pueden desempeñar un papel relevante (Borsoi et al., 2018). Figura 2. Síntomas típicos de la mancha blanca en maíz. Detalles de las lesiones en fase inicial (anasarca) y lesiones antiguas con aspecto necrótico y coloración blanca. Los síntomas iniciales de la enfermedad, como destacan Custódio et al. (2020), se manifiestan con pequeñas manchas foliares del tipo anasarca, con una coloración inicialmente verde oliva, con el tiempo, estas lesiones evolucionan, volviéndose verde claro y, posteriormente, adquieren un color blanquecino o pajizo, presentando una textura seca. También desarrollan márgenes estrechos y bien definidos, que varían en coloración de marrón a rojo. Generalmente, estas manchas asumen formas redondeadas, con dimensiones que van desde 0,5 cm a 1,5 cm, y distribuidas por toda la superficie foliar. Con el tiempo, estas lesiones pueden pegarse entre sí, formando áreas irregulares. En el centro de las lesiones más antiguas, pueden aparecer pseudotecias y picnidios, que se manifiestan como pequeñas manchas negras visibles. En general, los síntomas comienzan a aparecer en las hojas inferiores de la planta y luego progresan rápidamente hacia la parte superior de las plantas (Costa et al., 2011). La Cercosporiosis La cercosporiosis, causada por el hongo Cercospora zeae-maydis se manifiesta a través de manchas grises, con formas rectangulares e irregulares. Estas lesiones se desarrollan a lo largo de las venas de las hojas y, en casos más graves, pueden provocar el alojamiento de las plantas. La propagación de la enfermedad ocurre principalmente a través de esporas presentes en restos culturales transportados por salpicaduras de viento y lluvia (Casela et al., 2006). Figura 3. Cercosporiosis del maíz (Cercospora zeae-maydis). Los principales componentes de producción afectados por la cercosporiosis incluyen el número de granos por mazorca y el tamaño de los granos. Por lo general, cuando la cercosporiosis se introduce en un área por primera vez, el daño tiende a ser relativamente pequeño. Sin embargo, las pérdidas pueden llegar a ser significativas incluso en el primer año si hay una gran cantidad de restos culturales infectados que son transportados por el viento desde áreas vecinas y si las condiciones ambientales son altamente favorables para el desarrollo de la enfermedad (Casela, 2015). La Roya Polisora La roya polisora, causada por el hongo Puccinia polysora, es considerada según Grigolli & Grigolli (2020), la más agresiva y destructiva de las enfermedades del maíz en el centro de Brasil, con daños económicos que pueden alcanzar el 65%. Figura 4. Pústulas de la roya polisora. Esta enfermedad se caracteriza por la presencia de pequeñas pústulas, de forma circular a elíptica, las uredosporas y pústulas tienen coloración que va del amarillo al dorado. En etapas más avanzadas aparecen pústulas de color marrón oscuro, debido a la formación de teliosporas. Las pústulas pueden aparecer en la cara superior de las hojas, en las vainas de las hojas, en las brácteas de las orejas y, en condiciones severas, en la panoja. Además, en cultivares susceptibles, la enfermedad puede conducir a la muerte prematura de las plantas debido a la destrucción de las hojas. La roya blanca La roya blanca, también conocida como roya tropical es causada por el hongo Physopella zeae, como síntomas característicos de la enfermedad se destaca que, en el centro de la pústula, la lesión exhibe una coloración blanca o amarillo pálido, y ocasionalmente puede presentar un borde negro a su alrededor. Figura 5. Pústulas de aspecto polvoriento y coloración blanquecina, características de la roya blanca del maíz. No se conocen huéspedes intermediarios para el patógeno y el desarrollo de la enfermedad se facilita en ambientes con altas temperaturas y alta humedad relativa. La roya blanca La helmintosporiosis es causada por el hongo Exserohilum turcicum, los síntomas se caracterizan por lesiones elípticas de color marrón claro, que van de 2,5 a 15 cm de longitud, con bordes bien definidos que se oscurecen debido a la fructificación del hongo. La expresión de estos síntomas puede variar entre los cultivares de maíz. Figura 6. Síntomas de helmintosporiosis (Exserohilum turcicum) en maíz. Inicialmente, los síntomas se manifiestan en las hojas más viejas y avanzan hacia las partes superiores de la planta, lo que a menudo resulta en la unión de las lesiones, lo que le da a la planta una apariencia de hojas quemadas. Es importante tener en cuenta que los granos
Etapas del Crecimiento del Maíz y Cómo Optimizar su Desarrollo

El ciclo de crecimiento y desarrollo del maíz es influenciado por varios factores, como el ciclo del cultivar, las prácticas de manejo adoptadas, así como por factores ambientales como la disponibilidad de agua, la temperatura y la radiación solar. En el caso de las plantas cultivadas comercialmente, se definen estas etapas de crecimiento y desarrollo, lo que facilita la identificación de las características morfológicas de las plantas y su relación con la fisiología y las condiciones climáticas. Esta definición de las etapas de crecimiento y desarrollo del maíz es de gran utilidad para guiar la tomada de decisiones relacionadas con las prácticas de manejo (Alves, 2017). Según la escala de Ritchie, Hanway y Benson (1993), el sistema de identificación de las etapas de crecimiento y desarrollo del maíz, se dividen el desarrollo de la planta en dos fases: la vegetativa (V) y la reproductiva (R). Las dos primeras etapas vegetativas están representadas, respectivamente, por (VE, emergencia) y (Vt, panoja) (Magalhães & Durães, 2006). Las otras etapas se subdividen numéricamente, comenzando con V1, V2, V3 y así sucesivamente, hasta que alcanzan la etapa V(n), donde «(n)» representa la última hoja emitida hasta que emerge la panoja, definida como Vt. Etapas vegetativas Ve El estadio de emergencia del cultivo (Ve) se caracteriza por la aparición de las primeras hojas, conocidas como coleoptiles, por encima de la superficie del suelo. La temperatura es el principal determinante de la aparición de plántulas y la tasa de aparición de nuevas hojas (Bergamaschi & Matzenauer, 2014). V1 La etapa V1 ocurre cuando la primera hoja está completamente expandida, con un collar visible en forma redondeada, Ribeiro et al. (2020) señalan que en esta etapa también ocurre la aparición de las primeras raíces nodales. Desde esta etapa hasta la floración (R1), las etapas vegetativas se definen desde la última hoja desarrollada con collar visible (Ciampitti et al., 2016). VT La etapa VT comienza cuando la última rama de la panoja se vuelve completamente visible, y los estigmas aún no han surgido, es decir, no son visibles, comienza aproximadamente dos o tres días antes de la aparición del cabello, durante este período la planta de maíz alcanzará casi su altura máxima y comenzará el proceso de polinización (Ritchie et al., 2003). La fase reproductiva se caracteriza por la letra R y los números del 1 al 6 según el contenido de humedad y las características de la mazorca y los granos. Recordando que la etapa de desarrollo de una área de cultivo se determina cuando más del 50% de las plantas presentan las características que identifican una determinada etapa de desarrollo (Ribeiro et al., 2020). R1 La etapa de polinización (R1) tiene su comienzo cuando los estigmas , conocidos popularmente como «pelos», se hacen visibles, proyectándose fuera de las orejas y la polinización ocurre cuando un grano de polen es capturado por uno de los estigmas. Ribeiro et al. (2020) destacan que esta etapa es la única que no está definida por la apariencia de los granos. Maíz en etapa R1, con estigmas fuera de la hoja. R2 La etapa de grano de burbuja (R2) se caracteriza por el oscurecimiento de los estigmas, en esta etapa los granos se asemejan a burbujas de coloración blanca con contenido transparente en el interior. Según Ciampitti et al. (2016), en esta fase los granos presentan aproximadamente un 85% de humedad, que debe reducirse gradualmente hasta la cosecha de maíz. 2. Grano en el estadio R2, conocido como la burbuja de agua. R3 La etapa de grano lechoso (R3) se marca cuando los estigmas comienzan a secarse, en esta etapa los granos comienzan a presentar color amarillo y tienen un líquido blanco en su interior, visible cuando los granos se presionan ligeramente, este líquido es resultado de la acumulación de almidón dentro del grano. En esta etapa, también comienza la translocación efectiva de nitrógeno y fósforo a los granos en formación (Magalhães & Durães, 2006). Figura 4. Etapa R3 o grano lechoso, con humedad alrededor del 80%. R4 En la etapa de grano pastoso (R4), debido a la acumulación de almidón, los granos adquieren una consistencia pastosa, acompañada de una rápida acumulación de nutrientes y almidón, y el grano presenta alrededor del 70% de humedad y con aproximadamente la mitad del peso que alcanzarán la madurez, además están comenzando a presentar una textura dentada en la parte superior del grano (Magalhães & Durães, 2006). Figura 5. Granos en la etapa R4, pastosos La etapa de grano farináceo (R5) se puede identificar por los granos dentados, en esta etapa la humedad de los granos se reduce a aproximadamente 55% y el contenido de almidón aumenta. Durães & Magalhães (2006), señalan que esta etapa está dividida por la llamada línea divisoria de almidón o línea de leche, que aparece poco después de la formación del diente, y con la maduración avanza hacia la base del grano. Además, en algunos genotipos del tipo «duro», no se produce la formación de la textura dentada, lo que dificulta la identificación de esta etapa, en este caso, una alternativa es relacionarse con el aumento gradual de la dureza de los granos. La madurez fisiológica del maíz (R6) está marcada por la formación de la capa negra en la base del grano, en esta etapa el grano alcanza su masa seca más alta y es fisiológicamente maduro (Ciampitti et al., 2016). Además de la parálisis total de la acumulación de materia seca en los granos, también está el comienzo del proceso de senescencia natural de las hojas de las plantas, gradualmente, estas hojas comienzan a perder su color verde característico, señalando el final del ciclo de desarrollo de la planta de maíz (Magalhães & Durães, 2006). Figura 6. Detalle del desarrollo de la capa negra (punto de madurez fisiológica). Si quieres conocer las otras etapas de desarrollo del maíz, descarga la guía gratis.
Descubre la Época Perfecta para Siembra del Maíz

La siembra del maíz se divide en dos épocas, una llamada “zafra” (primera cosecha) o “zafriña” (segunda cosecha), que están directamente relacionadas con una época específica del año. Según Pereira Filho (2021), la siembra de verano, o de la primera cosecha, se realiza durante la temporada de lluviosa, que varía de finales de agosto a octubre/noviembre en algunas regiones, mientras que, en otras, este período ocurre a finales de año. El maíz de segunda cosecha, según Cruz et al. (2021), se define como el maíz cultivado entre enero y abril, casi siempre después de la cosecha de soja. ¿Cuál es la época ideal de siembra del maíz en Paraguay? La época ideal de siembra para el cultivo del maíz en Paraguay va desde mediados de agosto a octubre. El maíz tupí se produce bien también en épocas de la entre zafra, desde enero hasta febrero (época alternativa o zafriña). En parcelas destinadas para recuperación de suelos con Kumanda Yvyra’í, el maíz deberá sembrarse lo más temprano posible, de agosto a septiembre (Guerreño et al., 2019). El cultivar guaraní 332, en cambio, tiene un período de siembra que va desde enero hasta el 10 de febrero. Estas variaciones en las épocas de siembra de los cultivares permiten planificar la producción de maíz en el país, teniendo en cuenta las condiciones climáticas ideales y las demandas del mercado a lo largo del año. La época de siembra está influenciada principalmente por la latitud y altitud de la región, así como por el tipo de suelo y el ciclo del cultivar (Duarte, 2015). ¿Porque la época de siembra es importante? Generalmente, cuanto más tarde se siembre, menor será su potencial productivo, debido a la reducción de la disponibilidad de agua, temperaturas suaves, radiación solar en invierno, así como el mayor riesgo de pérdidas causadas por heladas o sequía. Según Cruz et al. (2010), la época de siembra es una función de la humedad del suelo, la temperatura, la radiación solar y el fotoperíodo, cuyos límites son variables en cada región agroclimática, siendo el momento más apropiado para la siembra, el que coincide el período de floración con los días más largos del año y la fase de llenado del grano con el período de temperaturas más altas y mayor disponibilidad de radiación solar, satisfacer las necesidades de la planta. Sin embargo, la planificación de la temporada de siembra de maíz debe hacerse de acuerdo con la Zonificación Agrícola de Riesgo Climático (ZARC) de la región. El ZARC representa una herramienta de gestión de riesgos, proporcionando orientación sobre las temporadas de crecimiento de las especies agrícolas en las que hay menos riesgo de pérdida de productividad debido a las variaciones climáticas. Se lleva a cabo determinando el riesgo de producción en las condiciones climáticas normales de cada región, con el fin de permitir la evaluación adecuada de la variabilidad de cada ubicación, estación y sus consecuencias para los cultivos agrícolas (Monteiro et al., 2021). Según Guerreño et al. (2019), la mayoría de los híbridos utilizados en Paraguay tienen un alto potencial productivo y son exigentes en cuanto a la fertilidad del suelo, por lo que se recomienda sembrarlos en la época regular de cosecha, de agosto a octubre, y entre zafra, de enero a febrero. Además, cada híbrido tiene características específicas que deben conocerse antes de la siembra. Ciclo de desarrollo del maíz El ciclo de los cultivares de maíz se clasifica como normal o tardío, semi-temprano, temprano y súper temprano. Según Cruz et al. (2010), los cultivares normales presentan requerimientos térmicos correspondientes a 890-1200 grados-día (GD), los tempranos de 831-890 GD, los superprecoces de 780 a 830 GD, y los requerimientos calóricos corresponden al período de las fases fenológicas entre la emergencia y el inicio de la polinización. Según el Instituto Paraguayo de Tecnología Agraria (IPTA, 2019), en Paraguay se utilizan varios cultivares de maíz, cada uno con su época de siembra específica. Por ejemplo, el cultivar Guaraní V 112 se siembra entre julio y octubre, mientras que Guaraní V 252 y Guaraní V 253 se siembran de julio a septiembre. Guaraní V 254 sigue el mismo calendario, sembrándose de julio a septiembre. Guaraní 313, por su parte, tiene dos épocas de siembra: en la cosecha principal, se siembra en febrero, y en la llamada «zafrinha», se siembra en octubre. De acuerdo con la Zonificación Agrícola de Riesgo Climático, los cultivares de maíz se clasifican en tres grupos, dependiendo de su ciclo. Además, con el fin de simular el balance hídrico del cultivo, el ciclo del cultivar se dividió en 4 fases: Fase I – Germinación/Emergencia; Fase II – Crecimiento/Desarrollo; Fase III – Floración / llenado de granos Fase IV – Maduración Baje gratis el guia de desarrollo maíz e conosca las caracteristicas de cada fase Fritsche-Neto & Môro (2015), destacan que, en el mercado de semillas, predominan las variedades tempranas, que son más elegidas para plantar tanto en el cultivo principal como en la zafrinha. Por otro lado, los cultivares superprecoces son favorecidos en épocas de siembra posterior durante la zafrinha, para evitar daños causados por la ocurrencia de heladas y en algunas regiones donde se busca evitar daños por déficit hídrico por la temporada de lluvias más corta y concentrada. Además, los autores señalan que estas variedades se utilizan a menudo en zonas con agricultura de regadío, ya que liberan la superficie para otros cultivos en menos tiempo. En zonas de mayor riesgo climático, especialmente en el caso de sequías, se recomienda adoptar estrategias como escalar la temporada de siembra y el uso de variedades de diferentes ciclos de desarrollo, porque esto contribuye a una mejor gestión de los riesgos climáticos y aumenta las posibilidades de éxito en el cultivo de maíz.
Rendimiento del Maíz: Estrategias Clave para Maximizar tu Cosecha

En la cosecha de 1999, el rendimiento medio por hectárea fue de 2.292 kg. Sin embargo, en el transcurso de dos décadas, estos niveles de rendimiento han aumentado en un 100%, alcanzando una media aproximada de 5.500 kg por hectárea. Este notable aumento de la productividad representa una transformación significativa de la producción de maíz en Paraguay. Según la Bolsa de Comercio de Rosario (2019), Paraguay ha experimentado un aumento significativo en su productividad de maíz en las últimas dos décadas, impulsado por la adopción de variedades transgénicas. Esta adopción ha jugado un papel importante en el aumento de la capacidad productiva de este cultivo en el país. En un período de 20 años, el país ha pasado de producir 656.000 toneladas en 332.000 hectáreas en 1999 a una producción estimada de 5 millones de toneladas en 885.000 hectáreas en 2019. Ilustracíon 1. Evolución del cultivo del maíz en Paraguay. Fuente: Bolsa de Comercio de Rosario (2019) Según datos de Capeco (Cámara Paraguaya de Exportadores y Comercializadores de Cereales y Oleaginosas, 2023), para la cosecha 2022/23 el área sembrada de maíz en Paraguay alcanzó las 850.000 hectáreas. La producción total de maíz en esta campaña fue de 5 millones de toneladas, con un rendimiento promedio de 5.882 Kg por hectárea. Por sus características fisiológicas, el cultivo de maíz presenta un alto potencial productivo. Miranda et al. (2021), destacan que el nivel productivo actual del cultivo de maíz fue posible gracias a la adopción de nuevas tecnologías y prácticas agrícolas. Para asegurar la expresión del potencial productivo del maíz, es esencial comprender el momento en que se definen los componentes de rendimiento, así como los factores que pueden interferir, lo que permite planificar prácticas de manejo que tengan como objetivo proporcionar a las plantas condiciones adecuadas para su desarrollo. Tabla 1. Períodos de definición de los componentes de la producción de maíz. Variables interfieren en el rendimiento del maíz Densidad de siembra Una de las variables que puede interferir en el rendimiento del maíz es la densidad de siembra, también conocida como rodal, que es definida por Cruz et al. (2010), como el número de plantas por unidad de área. La densidad de siembra está directamente relacionada con el rendimiento del maíz, ya que una pequeña variación en la densidad tiene una gran influencia en el rendimiento final del cultivo. La densidad poblacional ideal para lograr maximizar el rendimiento del grano de maíz varía entre 30,000 y 90,000 plantas ha-1, sin embargo, su determinación depende de varios factores como la disponibilidad de agua, la fertilidad del suelo, el ciclo del cultivar, el tiempo de siembra y el espaciamiento entre las líneas de cultivo. Disponibilidad de agua La disponibilidad de agua se destaca como el factor que más a menudo limita el logro de un alto rendimiento de grano. Los altos rendimientos de los granos de maíz resultan del éxito en el uso de factores ambientales con la máxima eficiencia, minimizando las causas adversas para su desarrollo (Bredemeier, 2020). A lo largo del desarrollo del cultivo, existen diferentes requerimientos ambientales y climáticos, además de estos requerimientos, la nutrición es otro factor fundamental, cumplir con los requerimientos nutricionales de la planta es sumamente importante para que la planta pueda crecer y desarrollarse con el fin de expresar su potencial productivo, así, al conocer sus demandas y la fenología de la planta es posible planificar un manejo adecuado tanto de la fertilización como de otras prácticas de manejo. Fertilidad del Suelo El cultivo de maíz es muy exigente en la fertilidad del suelo, Eicholz & Aires (2020), afirman que el maíz responde progresivamente a niveles crecientes de fertilización, siempre que los demás factores estén en niveles óptimos, siendo el nitrógeno (N) el nutriente al que presenta la mayor respuesta al aumento del rendimiento del grano. Cuando sea necesario proporcionar dosis altas de N, parte se puede proporcionar en base a siembra y el resto en cobertura, y se debe realizar fraccionamiento de dosis, aplicando 50% en etapas fenológicas V4 a V6 y el 50% restante en etapas V8 a V9 (Spagnollo & Scivittaro, 2020). Cómo estimar la productividad del maíz? Es posible estimar la productividad de un cultivo, incluso antes de la cosecha, por medio de muestras. Para esto, se debe observar y elegir una zona representativa del cultivo, para que la estimación sea lo más precisa posible. Hay dos métodos para estimar el rendimiento del maíz, como podemos observar abajo. Aunque la naturaleza ejerce una influencia significativa en el desarrollo y rendimiento del cultivo, es posible optimizar estos factores a través de la adopción de estrategias de manejo adecuadas, como: la correcta elección del cultivar, el manejo de la fertilización proporcionando un buen aporte nutricional a las plantas, la determinación de la densidad de plantas, así como la temporada de siembra además del manejo fitosanitario y otros manejos necesarios durante el desarrollo del cultivo. Estas prácticas crean un ambiente propicio para el crecimiento y desarrollo del cultivo, por lo que es esencial comprender la importancia de estas prácticas en el momento adecuado para garantizar buenos rendimientos. Aunque la naturaleza ejerce una influencia significativa en el desarrollo y rendimiento del cultivo, es posible optimizar estos factores a través de la adopción de estrategias de manejo adecuadas, como: la correcta elección del cultivar, el manejo de la fertilización proporcionando un buen aporte nutricional a las plantas, la determinación de la densidad de plantas, así como la temporada de siembra además del manejo fitosanitario y otros manejos necesarios durante el desarrollo del cultivo. Estas prácticas crean un ambiente propicio para el crecimiento y desarrollo del cultivo, por lo que es esencial comprender la importancia de estas prácticas en el momento adecuado para garantizar buenos rendimientos.
Cosecha de Maíz: ¿cómo hacer la planificación?

Aunque el desarrollo de la cultura sea fundamental para garantizar la productividad de los cultivos, la planificación de la cosecha de maíz es un paso igualmente esencial que no debe pasarse por alto para evitar pérdidas tanto en términos cuantitativos cuanto cualitativos. 1°) Determinar el momento de la cosecha Tanto la cosecha temprana como la tardía pueden causar pérdidas en calidad del grano. En consecuencia, es crucial tener una comprensión del ciclo de desarrollo del cultivo para establecer el momento en el cual la planta ha alcanzado la madurez adecuada para su cosecha. Este conocimiento evita pérdidas innecesarias y garantizar la obtención de un producto final de calidad óptima. 2°) Determinar el uso del maíz La versatilidad del maíz abarca usos que van desde la alimentación humana hasta la alimentación animal, e incluso la producción de cereales. Machado & Bermúdez (2020), afirman que el maíz es la opción preferida para producción de ensilaje debido principalmente a su alta capacidad de generar masa seca por superficie y la alta densidad energética que ofrece, presentando alrededor del 68% del total de nutrientes digestibles, además de un alto contenido en almidón, baja concentración de carbohidratos fibrosos y su bajo poder tampón. De acuerdo con Bredemeier (2020), para la producción de ensilaje de planta entera, la cosecha debe ser realiza cuando las plantas se encuentran en la etapa harinosa-dura, para la producción de ensilaje de grano húmedo, el momento ideal de cosecha es la etapa de madurez fisiológico. Magalhães & Durães (2006), destacan que el punto de madurez fisiológica o punto la máxima producción caracteriza el momento ideal para la cosecha, sin embargo, la humedad del grano en etapa está entre 30 y 38%. Es importante resaltar que para el almacenado de este grano de forma segura la humedad debe estar entre 13 y 15%. Sendo así es necesario que el grano pase por el proceso de secado artificial antes de ser almacenado, asegurando una adecuada calidad y conservación. Figura 1. Detalle del desarrollo de la capa negra (punto de madurez fisiológico). 3° Cosecha de maíz: manual o mecanizada? Ahora ya sabes que la cosecha del maíz es una etapa muy importante del proceso productivo, donde se deben tomar en consideración varios aspectos para garantizar una cosecha satisfactoria. Entre ellos necesitas determinar sí la cosecha será manual o mecanizada. Para esto debes analizar el tamaño del área plantada, la disponibilidad de equipo y mano de obra, y la eficiencia deseada. La obtención de un cultivo exitoso está relacionada con una planificación que abarca todas las fases del proceso productivo, desde la preparación inicial del área hasta la postcosecha.Cada etapa juega un papel fundamental para expresar el potencial productivo y reducir las potenciales pérdidas. Determinar el punto de cosecha, según la madurez de la planta, es fundamental para tener granos de calidad.
Los secretos de una siembra exitosa de maíz

Los Secretos de una Siembra Exitosa de Maíz El momento correcto para la siembra de maíz juega un papel crucial en la determinación del rendimiento. El cultivo de maíz (Zea mays) es una práctica muy extendida en varias regiones del mundo, y la planificación cuidadosa de los cultivos juega un papel importante para lograr el éxito en la producción de este grano. Uno de los pasos claves en este proceso es el momento de la siembra de maíz. Cuando se trata de decidir el momento óptimo para la siembra, es esencial comprender los factores de riesgo asociados, que pueden reducirse mediante una planificación efectiva de las actividades relacionadas con la producción. El agricultor debe ser plenamente consciente de que el éxito de su empresa está ligado a su planificación y que ésta depende de varios elementos, siendo los riesgos climáticos uno de los factores más preponderantes a considerar (Duarte et al., 2015). Según Cruz et al. (2010), el crecimiento y desarrollo del maíz está influenciado por una serie de factores, incluida la humedad del suelo, la temperatura y la radiación solar. La temporada de siembra, por lo tanto, también se ve influenciada por estos factores, donde los límites extremos son variables en cada región agroclimática. Durante el ciclo de crecimiento de la planta de maíz, el consumo promedio de agua es de alrededor de 600 mm. Sin embargo, en las primeras etapas de crecimiento, especialmente en climas cálidos y secos, el consumo diario de agua por parte de la planta rara vez supera los 2,5 mm por día (Cruz et al., 2010). Al momento de la siembra, es fundamental que el suelo tenga una temperatura superior a 15°C, siendo lo ideal por encima de los 18°C. Además, la humedad del suelo debe estar cerca de la capacidad del campo. Estas condiciones son fundamentales para permitir el desencadenamiento adecuado de los procesos de germinación y emergencia de las semillas de maíz. La temperatura del suelo fuera del rango ideal puede afectar significativamente la germinación. Temperaturas por debajo de 10 ° C y por encima de 42 ° C tienden a tener efectos adversos sobre la germinación, por otro lado, las temperaturas entre 25 ° C y 30 ° C se consideran ideales y proporcionan las mejores condiciones para el desencadenamiento exitoso de este proceso crucial en el ciclo de crecimiento de las plantas de maíz (Fancelli, 2015). El cultivo de maíz, como destaca Fancelli (2015), responde muy favorablemente al aumento de las intensidades de luz, lo que se atribuye al hecho de que el maíz pertenece al grupo de plantas «C4». Además, el uso eficiente de la luz está influenciado por factores como la distribución espacial de las plantas en el cultivo, la arquitectura de las hojas, la duración del área foliar presente y la declinación solar En este sentido, es posible aumentar la eficiencia en la captura del espectro solar a través de una mejor distribución de las plantas en el área de cultivo, a través de combinaciones adecuadas entre el espaciado entre líneas y el número de plantas por línea. Es importante tener en cuenta que la población de plantas no debe exceder las 85,000 plantas por hectárea para garantizar un uso óptimo de la luz. La densidad agronómica óptima (DAO), como destacan Alves et al. (2020), se considera la densidad que proporciona la mayor productividad de un cultivo. Para obtener altos rendimientos es necesario aumentar la intercepción de la radiación solar en el dosel del cultivo, buscando el DAO. El equilibrio entre la fuente y el lugar onde la planta envía su energía también sufre cambios con la variación en la densidad de población. Fonte: Alves et al. (2020) Figura 1. Tendencia del rendimiento del grano de maíz según la densidad de la planta. Fonte: Cruz et al. (2006). La profundidad de siembra, según Cruz et al. (2006), debe variar entre 3 y 5 cm en suelos más pesados o arcillosos. En suelos más ligeros o arenosos, la profundidad debe variar entre 5 y 7 cm. En el sistema de labranza cero, la acumulación de residuos en la superficie del suelo, especialmente en regiones más frías, puede retrasar la aparición de plantas, reducir el rodal y, en algunas situaciones, reducir el rendimiento de los granos, dependiendo de la profundidad a la que se coloca la semilla en el suelo. A continuación, podemos observar el efecto de la profundidad de siembra en la emergencia, vigor y duración del período de emergencia en el cultivo de maíz. Como destaca Machado (2017), el rendimiento final del maíz está fuertemente influenciado por el establecimiento adecuado del rodal de la planta, que implica la densidad de plantas por área y el espaciamiento entre ellas, decisiones que deben basarse en la elección del cultivar, las prácticas de manejo y el potencial de rendimiento esperado, teniendo en cuenta también las condiciones climáticas previstas. Actualmente, una tendencia común en el cultivo de maíz ha sido reducir el espacio entre las plantas y entre las líneas de siembra. El espacio entre las hileras de maíz disminuyó, de 80 a 45 a 50 cm. Esta práctica tiene como objetivo mejorar el uso del área cultivada, y cuando se combina con el uso de plantas más pequeñas y hojas erectas, contribuye a una mejor captura de la radiación solar, el uso de la humedad del suelo y dificulta el crecimiento de las malas hierbas. Estos factores, tomados en conjunto, tienden a resultar en un aumento significativo en el rendimiento del grano (Machado, 2017). Fonte: Garcia et al. (2006). Según Sponchiado et al. (2022), la velocidad, ideal para sembrar maíz, es de 3.0 a 5.0 km/h, ya que tendrá una menor rotación del suelo, semillas bien distribuidas (espaciamiento aceptable de las plantas, minimizando fallas y doble siembra) e índice de emergencia uniforme. Un estudio realizado por García et al. (2006), con el objetivo de verificar la influencia de la velocidad de desplazamiento en la siembra de maíz, que oscila entre 3 y 9 km por hora, observó que la
El maíz y los indeseables granos quemados

Uno de los principales granos producidos a nivel mundial, el maíz es parte del sistema de producción de numerosas propiedades brasileñas, insertándose en el sistema de rotación de cultivos, permitiendo un mayor uso de la tierra y proporcionando paja residual para los cultivos sucesores. Además, el maíz se utiliza en muchas propiedades como “segunda cosecha” de verano, siendo cultivado después de la soja en la modalidad de maíz fuera de temporada. Incidencia de enfermedades en maíz Sin embargo, al igual que otros cultivos agrícolas, el maíz está sujeto a la incidencia e interferencia de numerosas enfermedades, algunas de las cuales pueden causar daños cuantitativos y cualitativos, como la pudrición de la mazorca. Las pudriciones de las mazorcas son causadas principalmente por los hongos Stenocarpella maydis (Diplodia maydis), Stenocarpella macrospora (Diplodia macrospora), Fusarium verticillioides (F. moniliforme), F. subglutinans, F. graminearum, F. sporotrichioides y Gibberella zeae. Ocasionalmente, en el campo, hay producción de granos quemados por los hongos Penicillium oxalicum, Aspergillus flavus y A. parasiticus (Alves et al., 2012). Granos quemados Como consecuencia de la ocurrencia de la pudrición de la mazorca, se produce la formación de granos de maíz quemados, los cuales se caracterizan por el deterioro y pérdida de color que resultan en pérdidas cuantitativas, o incluso la presencia de micotoxinas que pueden resultar en efectos cualitativos y tóxicos para el ser humano. y animales. Las principales micotoxinas que se encuentran en los granos de maíz son aflatoxinas (Aspergillus flavus y A. parasiticus), fumonisinas (Fusarium verticillioides), zearalenona (Fusarium graminearum), ocratoxina A (Aspergillus spp. Y Penicillium spp. Y Penicillium spp. Grausario) y deoxynarium gramineol (Fusarium). et al., 2011). Además de las pérdidas cualitativas, las pérdidas cuantitativas son comunes debido a los granos quemados. Según Costa et al. (2012) uno de los factores que se ha relacionado con el aumento en la ocurrencia de granos quemados en el cultivo de maíz es el retraso en la cosecha. Los autores destacan que se pueden observar pérdidas cuantitativas que oscilan entre el 7 y el 15% como consecuencia de la presencia de granos quemados, y en casos extremos, las pérdidas pueden superar el 50% de la producción. Entre las pudriciones de la mazorca más comunes, podemos destacar la pudrición de la mazorca blanca; pudrición rosada de la mazorca y pudrición rosada de la mazorca. Pudrición de la oreja blanca Causada por los hongos Stenocarpella maydis y Stenocarpella macrospora. Las mazorcas infectadas tienen granos marrones, de bajo peso y crecimiento micelial blanco entre las filas de granos. Pudrición de la oreja rosada Causada por Fusarium verticillioides o Fusarium subglutinans, la infección puede comenzar en la parte superior o en cualquier otra parte de la oreja, pero siempre se asocia con alguna lesión (insectos, pájaros y roedores). A medida que se desarrolla la enfermedad, una masa algodonosa rojiza puede cubrir los granos infectados o el área de paja afectada (Pinto, 2005). Pudrición rosada de Ponta da Espiga También conocida como podredumbre de Gibberella (Gibberella zeae), la enfermedad comienza con una masa algodonosa rojiza en la punta de la oreja y puede progresar hasta la base de la oreja. (Pinto, 2005). Ante el alto potencial de estas pudriciones para dañar y depreciar los granos de maíz, es fundamental realizar prácticas de manejo que permitan el control eficiente de estas enfermedades, reduciendo la ocurrencia de granos quemados. Sin embargo, por tratarse de enfermedades con mayor daño en el período final del desarrollo del maíz, se deben utilizar buenas prácticas agronómicas que ayuden a reducir los granos quemados, tales como: rotación de cultivos, uso de cultivares resistentes, no uso de poblaciones altas de plantas, así como la eliminación de plantas hospedantes y la no demora en la cosecha del maíz. Como destacan Ribeiro et al. (2015) la genética de cultivares puede estar relacionada con una mayor tolerancia o susceptibilidad a la ocurrencia de pudrición de la mazorca y grano quemado, siendo una de las alternativas de manejo el uso de cultivares con resistencia a enfermedades fúngicas. Otro dato importante a manejar, apuntando no solo a la reducción de la pudrición de la mazorca, sino también de otras enfermedades fúngicas es la nutrición vegetal, las plantas bien nutridas, como soporte nutricional ideal, tienden a tener mayor salud y tolerancia a la ocurrencia de enfermedades, resultando en mejores condiciones para el desarrollo y la productividad de los cultivos. Por tanto, se puede decir que la reducción de la ocurrencia de granos quemados depende de un conjunto de prácticas que van desde la nutrición hasta la recolección de cultivos, con el objetivo de brindar las condiciones adecuadas para el buen crecimiento y desarrollo del maíz, así como reducir la ocurrencia de pudriciones. [/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]