Todo sobre el Maíz

El maíz (Zea mays) es una gramínea perteneciente a la familia Poaceae, tiene metabolismo fotosintético C4 y una gran capacidad de adaptación a diferentes ambientes y condiciones ambientales. Según Silveira et al. (2015), el maíz es una planta originaria de América del Norte. Según datos de la Empresa Nacional de Abastecimiento (2023), el rendimiento promedio de maíz en la cosecha 2022/2023 en Brasil fue de 5.855 kg ha-1. Coelho & France, afirman que el potencial productivo del maíz para forraje es de 70 toneladas por hectárea; sin embargo, los rendimientos obtenidos en las condiciones de cultivo están entre 10 y 45 toneladas de masa verde por hectárea. Figura 1. Planta de maíz El maíz se destaca como uno de los cereales más cultivados y producidos en el mundo, siendo destinado tanto a la alimentación humana como animal. Además de la importancia económica del maíz, Lerayer et al. (2006) afirman que el maíz es el componente principal de la alimentación de aves de corral, cerdos y ganado, desempeñando un papel importante en la viabilidad de otros cultivos a través de la rotación de cultivos. La rotación de cultivos con maíz es una estrategia que ayuda a reducir posibles problemas con nematodos de las agallas, nematodos quistes, así como algunas enfermedades como el moho blanco, proporcionando mayor sostenibilidad para diferentes sistemas de producción en diversas regiones agrícolas de Brasil y del mundo. Según Bredemeier (2020), las plantas de maíz se abastecen de agua y nutrientes extraídos del suelo, así como de oxígeno de carbono y oxígeno de la atmósfera como materias primas esenciales. Según Cruz et al. (2010), la temperatura ideal para el desarrollo del maíz varía según las etapas de crecimiento y desarrollo de la planta, y la temperatura promedio ideal, desde la emergencia hasta la floración, es entre 24 y 30 ° C, la ocurrencia de altas temperaturas puede causar una reducción en el ciclo de crecimiento de la planta, lo que, a su vez, comprometerá la productividad de los granos, esto se debe a la reducción del período destinado al llenado de los granos. Como señala Bredemeier (2020), aunque la naturaleza es la principal responsable de la mayor parte de la variación en el efecto del medio ambiente en el desarrollo de las plantas y el rendimiento del grano, es esencial adoptar prácticas de manejo para optimizar el uso de los recursos naturales, para esto, es necesario comprender cómo crece y se desarrolla la planta. Para una mejor planificación del manejo y tratamientos culturales que se llevarán a cabo durante el ciclo de cultivo, es necesario conocer las etapas fenológicas del maíz. La identificación de las etapas de crecimiento/desarrollo del maíz divide el desarrollo de la planta en vegetativo (V) y reproductivo (R). Según Magalhães & Durães (2006), las subdivisiones de las etapas vegetativas se denominan numéricamente como V1, V2, V3 a V(n); donde (n) representa la última hoja expedida antes del panojamiento (Vt). La primera y última etapa V están representadas, respectivamente, por (VE, emergencia) y (Vt, panojamiento). La productividad del maíz es el resultado de la combinación de tres componentes de rendimiento, que son: número de mazorcas por área, número de granos y masa de granos. Según Coelho & França (1995), el maíz presenta un alto potencial productivo; sin embargo, en las condiciones en que normalmente se produce, no alcanza este potencial. Los autores consideran que la fertilidad del suelo es uno de los principales factores que limitan la productividad. Las necesidades nutricionales de la planta están determinadas por la cantidad de nutrientes que extrae durante su ciclo de desarrollo. La fertilización en el cultivo de maíz debe llevarse a cabo de acuerdo con el análisis químico del suelo y los requisitos nutricionales del cultivo. Cuando es necesario, se realiza un encalado para elevar el pH y reducir la toxicidad del suelo. Es necesario proporcionar todo el aporte de nutrientes y condiciones que permitan el crecimiento y desarrollo de las plantas. El nitrógeno es el nutriente absorbido en mayor cantidad por el cultivo de maíz, y según Broch & Ranno (2012), es el nutriente que más limita la productividad de este cultivo, perdiéndose fácilmente por lixiviación, volatilización y desnitrificación en el suelo. Para lograr buenos niveles de productividad, es necesario entender que, a lo largo de las diversas etapas de crecimiento y desarrollo del cultivo de maíz, es necesario un manejo diferente, como el manejo de enfermedades, plantas invasoras y plagas. Otro ejemplo importante es la fertilización nitrogenada. Según Coelho (2015), la absorción de N por el maíz es intensa en el período que va desde 40 días después de la siembra, que incluye la elongación (etapa vegetativa V6) hasta la floración masculina, es decir, la emisión de la panoja. En este intervalo, la planta es capaz de absorber más del 70% del N total necesario para su desarrollo. En este sentido, comprender los momentos en los que se forman los componentes de productividad del maíz es fundamental para maximizar el potencial de rendimiento del cultivo, esto resalta la importancia de la planificación del manejo en las diferentes fases del desarrollo del cultivo para lograr altos rendimientos. Figura. Etapas críticas de crecimiento y sus componentes para definir la producción de maíz. El rendimiento del maíz está influenciado por varios factores a lo largo de su ciclo de desarrollo, incluyendo las condiciones climáticas, la temperatura, la humedad del suelo, el fotoperíodo, la radiación solar, el tiempo y la profundidad de siembra, la densidad de siembra, el manejo de la fertilización, así como la incidencia de plagas, enfermedades y plantas invasoras. Todos estos elementos tienen el potencial de afectar la productividad. Por lo tanto, para proporcionar un ambiente favorable para el crecimiento y desarrollo del maíz, es crucial implementar prácticas de manejo de acuerdo con las necesidades del cultivo. Al hacer esto, es posible mitigar las influencias externas que pueden interferir durante el ciclo del cultivo y asegurar el desarrollo de las plantas para que alcancen su máximo potencial productivo.
Enfermedades del maíz: ¿cuáles los cuidados necesarios?

El cultivo de maíz tiene gran importancia para la agricultura, sin embargo, su potencial productivo puede verse afectado por la ocurrencia de enfermedades. Además, los daños resultantes de estas enfermedades dependen de la presencia del patógeno, las condiciones ambientales favorables y la susceptibilidad del cultivar utilizado (Nunes & Canale, 2020). Como lo destaca Casela et al. (2006), una variedad de enfermedades puede afectar el cultivo de maíz, especialmente manchas blancas, cercosporiosis, diferentes formas de roya (polisora, blanca y común), helmintosporiosis, además de enfezamientos pálido y rojo. Cabe mencionar que la importancia de estas enfermedades es variable, dependiendo del año y la región en la que se cultiva el cultivo. El cultivo de maíz enfrenta desafíos debido a la gran diversidad de patógenos, cada uno con su propio criterio en cuanto a condiciones favorables. Esto hace que, en ciertos momentos del desarrollo del maíz, las condiciones se vuelvan más propicias para la aparición de enfermedades, haciendo que el cultivo sea más susceptible durante estos períodos. Enfermedades del maíz Para manejar estas enfermedades de manera eficiente, es esencial identificar los momentos más favorables para su desarrollo. A través de un cuidadoso monitoreo y adopción de estrategias de manejo, así como el control químico, cuando sea necesario. A continuación, podemos observar las enfermedades que afectan al cultivo de maíz y las etapas de desarrollo en las que pueden surgir. Mancha blanca La mancha blanca del maíz es una enfermedad que ha venido causando pérdidas de productividad, lo que puede resultar en pérdidas sustanciales, llegando hasta un 60% en híbridos susceptibles a la enfermedad y bajo condiciones ambientales propicias para su desarrollo. La bacteria Pantoea ananatis es conocida como el principal agente etiológico de esta enfermedad, aunque algunas especies de hongos, como Phaeosphaeria maydis, también pueden desempeñar un papel relevante (Borsoi et al., 2018). Figura 2. Síntomas típicos de la mancha blanca en maíz. Detalles de las lesiones en fase inicial (anasarca) y lesiones antiguas con aspecto necrótico y coloración blanca. Los síntomas iniciales de la enfermedad, como destacan Custódio et al. (2020), se manifiestan con pequeñas manchas foliares del tipo anasarca, con una coloración inicialmente verde oliva, con el tiempo, estas lesiones evolucionan, volviéndose verde claro y, posteriormente, adquieren un color blanquecino o pajizo, presentando una textura seca. También desarrollan márgenes estrechos y bien definidos, que varían en coloración de marrón a rojo. Generalmente, estas manchas asumen formas redondeadas, con dimensiones que van desde 0,5 cm a 1,5 cm, y distribuidas por toda la superficie foliar. Con el tiempo, estas lesiones pueden pegarse entre sí, formando áreas irregulares. En el centro de las lesiones más antiguas, pueden aparecer pseudotecias y picnidios, que se manifiestan como pequeñas manchas negras visibles. En general, los síntomas comienzan a aparecer en las hojas inferiores de la planta y luego progresan rápidamente hacia la parte superior de las plantas (Costa et al., 2011). La Cercosporiosis La cercosporiosis, causada por el hongo Cercospora zeae-maydis se manifiesta a través de manchas grises, con formas rectangulares e irregulares. Estas lesiones se desarrollan a lo largo de las venas de las hojas y, en casos más graves, pueden provocar el alojamiento de las plantas. La propagación de la enfermedad ocurre principalmente a través de esporas presentes en restos culturales transportados por salpicaduras de viento y lluvia (Casela et al., 2006). Figura 3. Cercosporiosis del maíz (Cercospora zeae-maydis). Los principales componentes de producción afectados por la cercosporiosis incluyen el número de granos por mazorca y el tamaño de los granos. Por lo general, cuando la cercosporiosis se introduce en un área por primera vez, el daño tiende a ser relativamente pequeño. Sin embargo, las pérdidas pueden llegar a ser significativas incluso en el primer año si hay una gran cantidad de restos culturales infectados que son transportados por el viento desde áreas vecinas y si las condiciones ambientales son altamente favorables para el desarrollo de la enfermedad (Casela, 2015). La Roya Polisora La roya polisora, causada por el hongo Puccinia polysora, es considerada según Grigolli & Grigolli (2020), la más agresiva y destructiva de las enfermedades del maíz en el centro de Brasil, con daños económicos que pueden alcanzar el 65%. Figura 4. Pústulas de la roya polisora. Esta enfermedad se caracteriza por la presencia de pequeñas pústulas, de forma circular a elíptica, las uredosporas y pústulas tienen coloración que va del amarillo al dorado. En etapas más avanzadas aparecen pústulas de color marrón oscuro, debido a la formación de teliosporas. Las pústulas pueden aparecer en la cara superior de las hojas, en las vainas de las hojas, en las brácteas de las orejas y, en condiciones severas, en la panoja. Además, en cultivares susceptibles, la enfermedad puede conducir a la muerte prematura de las plantas debido a la destrucción de las hojas. La roya blanca La roya blanca, también conocida como roya tropical es causada por el hongo Physopella zeae, como síntomas característicos de la enfermedad se destaca que, en el centro de la pústula, la lesión exhibe una coloración blanca o amarillo pálido, y ocasionalmente puede presentar un borde negro a su alrededor. Figura 5. Pústulas de aspecto polvoriento y coloración blanquecina, características de la roya blanca del maíz. No se conocen huéspedes intermediarios para el patógeno y el desarrollo de la enfermedad se facilita en ambientes con altas temperaturas y alta humedad relativa. La roya blanca La helmintosporiosis es causada por el hongo Exserohilum turcicum, los síntomas se caracterizan por lesiones elípticas de color marrón claro, que van de 2,5 a 15 cm de longitud, con bordes bien definidos que se oscurecen debido a la fructificación del hongo. La expresión de estos síntomas puede variar entre los cultivares de maíz. Figura 6. Síntomas de helmintosporiosis (Exserohilum turcicum) en maíz. Inicialmente, los síntomas se manifiestan en las hojas más viejas y avanzan hacia las partes superiores de la planta, lo que a menudo resulta en la unión de las lesiones, lo que le da a la planta una apariencia de hojas quemadas. Es importante tener en cuenta que los granos
El cultivo de soja

La soja (Glycine max) es una planta perteneciente a la familia de las Fabaceae, tiene su origen en Asia y se destaca como el principal grano producido en el país. Según Carvalho et al. (2023), debido a que es una planta adaptada al clima templado, la soja tuvo que someterse a un mejoramiento genético para iniciar su producción en países tropicales como Brasil. La soja es la oleaginosa más producida y consumida en el mundo, por lo que, para garantizar una buena productividad, es esencial comprender los requisitos y factores que interfieren durante su ciclo de desarrollo. El cultivo de soja depende de varios factores, Zanon et al. (2018) señalan que el clima, o medio ambiente, ejerce una gran influencia en la productividad de los cultivos agrícolas y el potencial productivo de los sistemas agrícolas. Según PAS Campo (2005), la temperatura ideal para el crecimiento de la soja es entre 20ºC y 30ºC. Las temperaturas inferiores a 10ºC o superiores a 40ºC perjudican la capacidad de crecimiento, floración y retención de las vainas. El consumo de agua requerido durante el ciclo de desarrollo del cultivo oscila entre 450 y 800 mm, siendo mayor durante la floración y el llenado del grano, alrededor de 7 a 8 mm/día. Otro factor ambiental importante es la radiación solar. Como señala Neumaier et al. (2020), además de proporcionar energía lumínica para la fotosíntesis, también proporciona señales ambientales para una variedad de procesos fisiológicos de la soja. El cultivo de soja absorbe aproximadamente 2/3 de la radiación fotosintéticamente activa incidente durante el ciclo de desarrollo desde la emergencia hasta la maduración (Cafaro La Menza et al. 2017 apud. Tagliapietra et al. 2022). Como afirma Farias et al. (2007), la adaptación de diferentes cultivares a ciertas regiones depende, además de los requerimientos hídricos y térmicos, de su requerimiento fotoperiódico. Cada cultivar presenta un fotoperiodo crítico, por encima del cual se retrasa su floración, por esta razón, la soja se clasifica como una planta de día corto. Estudios realizados por Rodríguez et al. (2001) mostraron la relación entre temperatura y fotoperiodo en el cultivo de soja, evidenciando que el tiempo requerido para la floración sufrió significativamente con el aumento de la temperatura (de 19 a 32° C), lo que indica que las altas temperaturas aceleran el ciclo de desarrollo de la soja. En este contexto, es extremadamente importante que la elección del cultivar se lleve a cabo de acuerdo con el entorno de cultivo, Silva Neto & Moreira (2010), destacan que la elección del cultivar es esencial para que el productor logre altos rendimientos, en el proceso de selección de cultivares, se deben tener en cuenta las siguientes características: productividad y estabilidad, resistencia a enfermedades, grupo de maduración, descomposición del grano, altura y alojamiento. Los tipos de suelo adecuados para el cultivo de soja en RS y SC, de acuerdo con la Instrucción Normativa No. 2, del 9 de noviembre de 2021 (BRASIL, 2021), son los suelos de los tipos 1, 2 y 3. TIPO 1: Suelos de textura arenosa, con contenido de arcilla entre 10% de arcilla y 15% o que el contenido de arcilla sea al menos un 50% inferior a la arena. TIPO 2: Suelos de textura media, con contenido de arcilla entre el 15% y el 35%, en los que la diferencia entre el porcentaje de arena y el porcentaje de arcilla es inferior al 50. TIPO 3: suelos de textura arcillosa, con contenido de arcilla mayor o igual al 35%. Cabe señalar que las Áreas de Preservación Permanente (APP), suelos con una profundidad inferior a 50 cm, o suelos muy pedregosos, con más del 15% de guijarros y matorrales/rocas no están indicados para el cultivo. Además, los suelos sujetos a inundaciones no están cubiertos por riesgos debidos a inundaciones / exceso de agua. Otro factor importante en el cultivo de soja es la adquisición de semillas de buena calidad, certificadas y con garantía de calidad. Antes de la siembra, se debe realizar la inoculación de semillas de soja, utilizando el tratamiento de semillas con fungicidas y la inoculación de bacterias fijadoras de nitrógeno, para garantizar la nodulación de las raíces que abastecerán la demanda de (N) por parte de la planta. El nitrógeno (N) es el nutriente requerido en mayor cantidad por el cultivo de soja (Hungría y Nogueira, 2020). Además de las adversidades climáticas, el cultivo de soja es susceptible a la incidencia de plagas, enfermedades y malezas a lo largo de su ciclo de desarrollo, desde la emergencia hasta la cosecha, lo que puede causar importantes pérdidas de productividad. Seixas et al. (2020), destacan que las pérdidas anuales de producción por la incidencia de enfermedades en la soja se estiman en 15 a 20%, sin embargo, algunas enfermedades pueden causar pérdidas de hasta el 100% de la producción. Las plagas pueden atacar diferentes estructuras vegetales, causando pérdidas tanto cualitativas como cuantitativas en la soja, Roggia et al. (2020), destacan que las principales plagas que se producen en la soja son las orugas y las chinches. No menos importante, la presencia de plantas invasoras durante el cultivo de soja tiene el potencial de resultar en pérdidas de rendimiento. Según Gazziero et al. (2020), las malas hierbas pueden interferir directamente en la productividad, compitiendo por los recursos ambientales, o indirectamente, al reducir el coeficiente de cosecha y aumentar el porcentaje de impurezas y humedad de los granos. Con esto en mente, el manejo fitosanitario surge como una medida de extrema importancia para garantizar la salud del cultivo, la adopción de prácticas de manejo, como el manejo integrado de plagas y enfermedades, así como la práctica de la rotación de cultivos, juega un papel fundamental en la reducción de la incidencia de enfermedades, plagas y malezas. La cosecha, según Lorini et al. (2020), es un paso muy importante en el proceso de producción de soja, es fundamental iniciar la cosecha tan pronto como la soja alcance el punto de cosecha (R8), para evitar pérdidas en cantidad y calidad, además, es fundamental que
Productos Agrícolas para Maximizar la Productividad

El uso de productos agrícolas como insumos biológicos, fisiológicos, así como la nutrición vegetal representan una alternativa, estos insumos incluyen una gran variedad de sustancias, desde microorganismos benéficos, como bacterias y hongos, así como nutrientes esenciales, como compuestos orgánicos y minerales. Estos insumos desempeñan un papel importante en la promoción de la sanidad de las plantas, haciéndolas más resistentes al ataque de plagas y enfermedades, así como en la mejora de la absorción de nutrientes, lo que se traduce en un sistema agrícola más productivo y sostenible. La agricultura se encarga de proporcionar alimentos, fibras y materias primas para satisfacer las crecientes necesidades de la población. Sin embargo, a medida que nos enfrentamos a desafíos ambientales como el cambio climático y la escasez de recursos, se hace más necesario adoptar medidas sostenibles y eficientes en el sistema productivo. Los productos biológicos, según Embrapa, son productos agrícolas desarrollados a partir de componentes como microorganismos, plantas, invertebrados, sustancias químicas de origen microbiano, vegetal e invertebrado, como enzimas, metabolitos secundarios y feromonas, además de tecnologías asociadas. Su objetivo principal es mejorar la agricultura, a través del control de plagas, la promoción del crecimiento de las plantas, la adaptación al estrés biótico y abiótico, así como la nutrición de los cultivos. Estos productos tienen como objetivo mejorar la eficiencia y la sostenibilidad de las prácticas agrícolas alineándose con los principios de gestión integrada. Las sustancias que influyen en la fisiología de las plantas se denominan productos fisiológicos, encargados de mejorar la eficiencia en el uso de los insumos y optimizar su metabolismo. Los reguladores vegetales ofrecen beneficios como el aumento de la productividad, la estimulación de la fotosíntesis y el transporte eficiente de azúcares en las plantas, lo que resulta en cultivos más sanos y de mejor calidad. Además, estos productos promueven la resistencia de las plantas al estrés ambiental, haciendo que las plantas sean más equilibradas desde el punto de vista hormonal (Rodríguez., 2018). Para obtener buenos rendimientos, también es fundamental proporcionar una fertilización equilibrada, cumpliendo con los requerimientos nutricionales del cultivo. En este sentido, los fertilizantes se encargan de proporcionar a las plantas un manejo eficiente en cuanto a nutrición, asegurando la productividad de las plantas al aportar nutrientes esenciales para su crecimiento y desarrollo. Una de las formas de aportar estos nutrientes a las plantas es a través de la fertilización foliar, en la que su uso debe darse en periodos críticos de crecimiento vegetal, como en momentos de mayor demanda específica de algún nutriente o en casos de situaciones adversas del suelo que comprometan la nutrición mineral de las plantas (Nachtigall & Nava, 2010). Además, existen los coadyuvantes, que consisten en productos que se añaden a las formulaciones de herbicidas o a la solución de herbicidas para mejorar la eficiencia del producto o modificar características específicas de la solución con el fin de facilitar la aplicación o minimizar posibles problemas. Existen dos grupos de adyuvantes, aquellos que modifican las propiedades superficiales de los líquidos, conocidos como tensioactivos, que incluyen esparcidores, humectantes, detergentes, dispersantes y adherentes, entre otros. Y aditivos, como el aceite mineral o vegetal, el sulfato de amonio y la urea, que inciden directamente en la absorción de herbicidas por su acción sobre la cutícula de la planta. Los adyuvantes juegan un papel importante en la optimización de las aplicaciones de herbicidas, haciéndolas más efectivas y eficientes, así como minimizando los problemas potenciales en el proceso (Vargas y Román, 2006). A continuación, podemos ver las soluciones integradas de Stoller con productos utilizados para cultivos de soja y maíz.
Enfermedades de la soja que afectan tu cultivo: Todo lo que necesitas saber

A lo largo del ciclo de desarrollo del cultivo de soja, una de enfermedades pueden interferir negativamente con el rendimiento del cultivo, lo que resulta en pérdidas de productividad y afecta la calidad de los granos o semillas producidos. Entre estos factores que limitan el rendimiento de la soja, las enfermedades son las más importantes y difíciles de controlar. La importancia económica de cada enfermedad varía, dependiendo de las condiciones climáticas del cultivo y de la región, por lo que es un desafío constante para los productores (Borkert et al., 1994). Las enfermedades en los cultivos de soja pueden ser causadas por una variedad de patógenos, incluidos hongos, bacterias, virus y nematodos. Las estimaciones indican que las pérdidas anuales de producción debidas a enfermedades oscilan entre el 15% y el 20%. Sin embargo, algunas de estas enfermedades pueden resultar en pérdidas totales de hasta el 100%, lo que representa un impacto severo en la productividad de los cultivos (Seixas et al., 2020). La roya asiática de la soja (Phakopsora pachyrhizi), según Godoy et al. (2023), se destaca como una de las enfermedades más graves que afectan el cultivo de soja, causando daños que pueden oscilar entre el 10% y 90%. Las condiciones propicias para el desarrollo de la enfermedad incluyen temperaturas entre 18 ° C y 26.5 ° C, sin embargo, el proceso de infección depende de la disponibilidad de agua libre en la superficie de la hoja, con un mínimo de 10 a 12 horas de humedad de la hoja (Henning et al., 2014). Figura 1. Hoja de soja con roya. La antracnosis (Colletotrichum truncatum) es una enfermedad fúngica que afecta principalmente a la fase inicial de formación de vainas de soja, su aparición se ve favorecida en condiciones de precipitación y altas temperaturas. En años lluviosos, esta enfermedad puede resultar en la pérdida total de la producción. Más a menudo, sin embargo, causa una reducción en el número de vainas, lo que lleva a la planta a la retención de hojas y tallo verde (Henning et al., 2014). Figura 2. Síntoma típico de antracnosis causada por Colletotrichum truncatum en vaina de soja. El mildiú velloso, causado por Peronospora manshurica, comienza en las hojas unifolioladas y progresa, llegando a todo el brote. Los primeros síntomas son pequeñas manchas de coloración verde claro, que evolucionan a una coloración amarillenta en la cara superior de la hoja y, posteriormente, se produce necrosis de los tejidos. Las condiciones ideales para el desarrollo de la enfermedad son temperaturas suaves, generalmente entre 20 ° C y 22 ° C junto con alta humedad (Henning et al., 2014). Figura 3. Síntomas del mildiú en la soja. El moho blanco, cuyo agente causal es el hongo Sclerotinia sclerotiorum, se destaca como una de las enfermedades que tienen mayor potencial de causar daños, esta enfermedad tiende a manifestarse con mayor severidad en años marcados por abundantes lluvias, temperaturas suaves y humedad constante del suelo (Meyer et al., 2022). Figura 4. Síntomas del moho blanco en la soja. El oídio, causado por el parásito obligado Macrosphaera difuse, afecta a toda la parte aérea de la planta, formando una fina capa blanquecina de micelio y esporas polvorientas. En condiciones severas, puede provocar sequía y caída prematura de hojas. La infección puede ocurrir en cualquier etapa del desarrollo de la planta, siendo más común durante la floración temprana. Las condiciones favorables para el desarrollo del hongo incluyen baja humedad relativa del aire y temperaturas suaves, generalmente entre 18 ° C y 24 ° C (Henning et al., 2014). Figura 5. Síntomas del oídio en la soja. La pudrición de la raíz de Phytophthorae, causada por el hongo Phytophthora sojae, es una enfermedad que puede provocar la muerte de las plantas en cualquier etapa del desarrollo, y su aparición está relacionada con el exceso de humedad en el suelo. Esta enfermedad puede causar pudrición de semillas, muerte de plántulas antes y después de la emergencia y, en plantas adultas, pudrición de la raíz, lo que resulta en marchitamiento y muerte de las plantas afectadas (Costamilan et al., 2007). Figura 6. Síntomas de la pudrición de la raíz de Phytophthora en la soja. La mancha-alvo, causada por el hongo Corynespora cassiicola, se ve favorecida por lluvias bien distribuidas y cultivares susceptibles, y puede resultar en defoliación y causar pérdidas de hasta el 40% en la productividad (Godoy et al., 2023). Las lesiones comienzan como pequeñas manchas marrones con un halo amarillento, que crecen hasta formar manchas circulares más grandes, que van del marrón claro al marrón oscuro y pueden alcanzar hasta 2 cm de diámetro. A menudo, estas manchas tienen una mancha oscura en el centro, similar a un alvo (Henning et al., 2014). Figura 7. Síntomas de mancha-alvo en soja. La mancha ocular de rana, causada por el hongo Cercospora sojina, puede ocurrir en cualquier etapa de la planta; sin embargo, es más común después de la floración. Los síntomas comienzan con pequeñas manchas encharcadas y evolucionan a manchas con centro de color marrón claro en la parte superior de la cara, adquiriendo un color gris en la cara inferior. Además, tiene bordes de color marrón rojizo. El desarrollo de la enfermedad se ve favorecido por la humedad y las altas temperaturas (Henning et al., 2014). Figura 8. Síntoma de mancha ocular de rana en la soja. La mancha marrón (Septoria glycines) y el crestamento foliar de Cercospora (Cercospora spp.), también conocido en Brasil como el complejo de enfermedad de fin de ciclo (DFC) de la soja, pueden ocurrir solos o simultáneamente. El principal daño causado por estas enfermedades es la defoliación temprana, aunque es menos grave que la causada por la roya asiática. Cuando hay una incidencia de roya, la competencia por el tejido foliar apenas permite que ocurra DFC, ya que la roya defolia la planta antes de que estas enfermedades se manifiesten en el cultivo (Godoy et al., 2023). Figura 10. Síntomas de la mancha marrón en la soja. Para garantizar un control eficiente de las enfermedades
La Soja

La soja (Glycine max) es una planta herbácea perteneciente a la familia Fabaceae, ampliamente cultivada para la producción de granos tanto para la extracción de aceite como para su uso en la alimentación animal. Originaria de Asia, a diferencia de la planta que conocemos hoy, las primeras plantas de soja tenían un hábito progresivo que sufría varias transformaciones a través de la domesticación, el cruzamiento y la mejora genética, lo que resultó en las plantas que conocemos hoy (Dall’Agnol & Gazzoni, 2019). Según la Base de Investigaciones Sociales (2010), la expansión del cultivo de soja en Brasil, Argentina y Paraguay tiene sus raíces en una combinación de factores determinantes. El clima favorable de la región, combinado con el desarrollo de variedades locales, la presencia de una cultura agropecuaria y las políticas públicas favorables a la expansión de la frontera agrícola, juegan un papel esencial en este proceso. Sin embargo, es importante resaltar que, en la última década, la soja ha alcanzado un lugar destacado en la economía paraguaya, erigiéndose como su principal producto y también como el principal rubro de exportación. Su introducción en el país ocurrió en la década de 1970, pero el notable crecimiento del cultivo de soja en la economía paraguaya se ha desarrollado principalmente con la adopción de materiales genéticamente modificados, lo que proporcionará importantes ganancias en productividad y eficiencia. Ilustración 1. Evolución del cultivo de soja en Paraguay. El éxito del cultivo de soja es el resultado de grandes inversiones en investigación y se ha convertido en un cultivo agrícola de gran importancia en Paraguay. Actualmente, el país cuenta con una extensa superficie cultivada con soja, totalizando 3.462.206 de hectáreas, resultando en la producción de 9.500.000 toneladas de soja y una productividad promedio que alcanza alrededor de 2.743 kg por hectárea (CAPECO, 2023). Como destaca Oscar et al. (2013), la adopción de la soja transgénica, a partir del año 2004, ha sido un proceso que ha fungido de factor clave en la producción de soja que ha contribuido positivamente con el crecimiento económico del Paraguay. La principal ventaja de la utilización de la semilla transgénica es que la biotecnología ha servido para la reducción de costos. Esto a su vez, ha ocasionado la expansión del área cultivada. El crecimiento del cultivo está directamente relacionado con el aumento de la demanda internacional, las exportaciones paraguayas de soja en grano hasta mayo de 2023 duplicaron los envíos del mismo periodo de 2022, ya que fueron embarcados 3.3 millones de toneladas, lo cual se refleja en el buen desempeño de la economía nacional y repercute en toda la cadena comercial y de servicios conexos (CAPECO, 2023). Ilustración 2. Principales destinos de la soja. La soja asume una posición destacada en la economía agroindustrial mundial, sino que también desempeña un papel importante como fuente vital de proteínas para la nutrición humana y animal, y también materia prima para la producción de biocombustibles. Además de garantizar rentabilidad a los productores de granos, la soja se consolida como el cultivo de verano predominante en los países sudamericanos. El cultivo es un ejemplo de cómo la agricultura se transforma y se adapta con el tiempo, impulsada por la investigación y la innovación, desde su introducción hasta convertirse en un cultivo agrícola de gran importancia, con la expansión de las áreas cultivadas, el aumento de la productividad por hectárea y la creciente demanda internacional, solidificar la soja como uno de los pilares de la agricultura.
Descubre la Época Perfecta para Siembra del Maíz

La siembra del maíz se divide en dos épocas, una llamada “zafra” (primera cosecha) o “zafriña” (segunda cosecha), que están directamente relacionadas con una época específica del año. Según Pereira Filho (2021), la siembra de verano, o de la primera cosecha, se realiza durante la temporada de lluviosa, que varía de finales de agosto a octubre/noviembre en algunas regiones, mientras que, en otras, este período ocurre a finales de año. El maíz de segunda cosecha, según Cruz et al. (2021), se define como el maíz cultivado entre enero y abril, casi siempre después de la cosecha de soja. ¿Cuál es la época ideal de siembra del maíz en Paraguay? La época ideal de siembra para el cultivo del maíz en Paraguay va desde mediados de agosto a octubre. El maíz tupí se produce bien también en épocas de la entre zafra, desde enero hasta febrero (época alternativa o zafriña). En parcelas destinadas para recuperación de suelos con Kumanda Yvyra’í, el maíz deberá sembrarse lo más temprano posible, de agosto a septiembre (Guerreño et al., 2019). El cultivar guaraní 332, en cambio, tiene un período de siembra que va desde enero hasta el 10 de febrero. Estas variaciones en las épocas de siembra de los cultivares permiten planificar la producción de maíz en el país, teniendo en cuenta las condiciones climáticas ideales y las demandas del mercado a lo largo del año. La época de siembra está influenciada principalmente por la latitud y altitud de la región, así como por el tipo de suelo y el ciclo del cultivar (Duarte, 2015). ¿Porque la época de siembra es importante? Generalmente, cuanto más tarde se siembre, menor será su potencial productivo, debido a la reducción de la disponibilidad de agua, temperaturas suaves, radiación solar en invierno, así como el mayor riesgo de pérdidas causadas por heladas o sequía. Según Cruz et al. (2010), la época de siembra es una función de la humedad del suelo, la temperatura, la radiación solar y el fotoperíodo, cuyos límites son variables en cada región agroclimática, siendo el momento más apropiado para la siembra, el que coincide el período de floración con los días más largos del año y la fase de llenado del grano con el período de temperaturas más altas y mayor disponibilidad de radiación solar, satisfacer las necesidades de la planta. Sin embargo, la planificación de la temporada de siembra de maíz debe hacerse de acuerdo con la Zonificación Agrícola de Riesgo Climático (ZARC) de la región. El ZARC representa una herramienta de gestión de riesgos, proporcionando orientación sobre las temporadas de crecimiento de las especies agrícolas en las que hay menos riesgo de pérdida de productividad debido a las variaciones climáticas. Se lleva a cabo determinando el riesgo de producción en las condiciones climáticas normales de cada región, con el fin de permitir la evaluación adecuada de la variabilidad de cada ubicación, estación y sus consecuencias para los cultivos agrícolas (Monteiro et al., 2021). Según Guerreño et al. (2019), la mayoría de los híbridos utilizados en Paraguay tienen un alto potencial productivo y son exigentes en cuanto a la fertilidad del suelo, por lo que se recomienda sembrarlos en la época regular de cosecha, de agosto a octubre, y entre zafra, de enero a febrero. Además, cada híbrido tiene características específicas que deben conocerse antes de la siembra. Ciclo de desarrollo del maíz El ciclo de los cultivares de maíz se clasifica como normal o tardío, semi-temprano, temprano y súper temprano. Según Cruz et al. (2010), los cultivares normales presentan requerimientos térmicos correspondientes a 890-1200 grados-día (GD), los tempranos de 831-890 GD, los superprecoces de 780 a 830 GD, y los requerimientos calóricos corresponden al período de las fases fenológicas entre la emergencia y el inicio de la polinización. Según el Instituto Paraguayo de Tecnología Agraria (IPTA, 2019), en Paraguay se utilizan varios cultivares de maíz, cada uno con su época de siembra específica. Por ejemplo, el cultivar Guaraní V 112 se siembra entre julio y octubre, mientras que Guaraní V 252 y Guaraní V 253 se siembran de julio a septiembre. Guaraní V 254 sigue el mismo calendario, sembrándose de julio a septiembre. Guaraní 313, por su parte, tiene dos épocas de siembra: en la cosecha principal, se siembra en febrero, y en la llamada «zafrinha», se siembra en octubre. De acuerdo con la Zonificación Agrícola de Riesgo Climático, los cultivares de maíz se clasifican en tres grupos, dependiendo de su ciclo. Además, con el fin de simular el balance hídrico del cultivo, el ciclo del cultivar se dividió en 4 fases: Fase I – Germinación/Emergencia; Fase II – Crecimiento/Desarrollo; Fase III – Floración / llenado de granos Fase IV – Maduración Baje gratis el guia de desarrollo maíz e conosca las caracteristicas de cada fase Fritsche-Neto & Môro (2015), destacan que, en el mercado de semillas, predominan las variedades tempranas, que son más elegidas para plantar tanto en el cultivo principal como en la zafrinha. Por otro lado, los cultivares superprecoces son favorecidos en épocas de siembra posterior durante la zafrinha, para evitar daños causados por la ocurrencia de heladas y en algunas regiones donde se busca evitar daños por déficit hídrico por la temporada de lluvias más corta y concentrada. Además, los autores señalan que estas variedades se utilizan a menudo en zonas con agricultura de regadío, ya que liberan la superficie para otros cultivos en menos tiempo. En zonas de mayor riesgo climático, especialmente en el caso de sequías, se recomienda adoptar estrategias como escalar la temporada de siembra y el uso de variedades de diferentes ciclos de desarrollo, porque esto contribuye a una mejor gestión de los riesgos climáticos y aumenta las posibilidades de éxito en el cultivo de maíz.
Rendimiento del Maíz: Estrategias Clave para Maximizar tu Cosecha

En la cosecha de 1999, el rendimiento medio por hectárea fue de 2.292 kg. Sin embargo, en el transcurso de dos décadas, estos niveles de rendimiento han aumentado en un 100%, alcanzando una media aproximada de 5.500 kg por hectárea. Este notable aumento de la productividad representa una transformación significativa de la producción de maíz en Paraguay. Según la Bolsa de Comercio de Rosario (2019), Paraguay ha experimentado un aumento significativo en su productividad de maíz en las últimas dos décadas, impulsado por la adopción de variedades transgénicas. Esta adopción ha jugado un papel importante en el aumento de la capacidad productiva de este cultivo en el país. En un período de 20 años, el país ha pasado de producir 656.000 toneladas en 332.000 hectáreas en 1999 a una producción estimada de 5 millones de toneladas en 885.000 hectáreas en 2019. Ilustracíon 1. Evolución del cultivo del maíz en Paraguay. Fuente: Bolsa de Comercio de Rosario (2019) Según datos de Capeco (Cámara Paraguaya de Exportadores y Comercializadores de Cereales y Oleaginosas, 2023), para la cosecha 2022/23 el área sembrada de maíz en Paraguay alcanzó las 850.000 hectáreas. La producción total de maíz en esta campaña fue de 5 millones de toneladas, con un rendimiento promedio de 5.882 Kg por hectárea. Por sus características fisiológicas, el cultivo de maíz presenta un alto potencial productivo. Miranda et al. (2021), destacan que el nivel productivo actual del cultivo de maíz fue posible gracias a la adopción de nuevas tecnologías y prácticas agrícolas. Para asegurar la expresión del potencial productivo del maíz, es esencial comprender el momento en que se definen los componentes de rendimiento, así como los factores que pueden interferir, lo que permite planificar prácticas de manejo que tengan como objetivo proporcionar a las plantas condiciones adecuadas para su desarrollo. Tabla 1. Períodos de definición de los componentes de la producción de maíz. Variables interfieren en el rendimiento del maíz Densidad de siembra Una de las variables que puede interferir en el rendimiento del maíz es la densidad de siembra, también conocida como rodal, que es definida por Cruz et al. (2010), como el número de plantas por unidad de área. La densidad de siembra está directamente relacionada con el rendimiento del maíz, ya que una pequeña variación en la densidad tiene una gran influencia en el rendimiento final del cultivo. La densidad poblacional ideal para lograr maximizar el rendimiento del grano de maíz varía entre 30,000 y 90,000 plantas ha-1, sin embargo, su determinación depende de varios factores como la disponibilidad de agua, la fertilidad del suelo, el ciclo del cultivar, el tiempo de siembra y el espaciamiento entre las líneas de cultivo. Disponibilidad de agua La disponibilidad de agua se destaca como el factor que más a menudo limita el logro de un alto rendimiento de grano. Los altos rendimientos de los granos de maíz resultan del éxito en el uso de factores ambientales con la máxima eficiencia, minimizando las causas adversas para su desarrollo (Bredemeier, 2020). A lo largo del desarrollo del cultivo, existen diferentes requerimientos ambientales y climáticos, además de estos requerimientos, la nutrición es otro factor fundamental, cumplir con los requerimientos nutricionales de la planta es sumamente importante para que la planta pueda crecer y desarrollarse con el fin de expresar su potencial productivo, así, al conocer sus demandas y la fenología de la planta es posible planificar un manejo adecuado tanto de la fertilización como de otras prácticas de manejo. Fertilidad del Suelo El cultivo de maíz es muy exigente en la fertilidad del suelo, Eicholz & Aires (2020), afirman que el maíz responde progresivamente a niveles crecientes de fertilización, siempre que los demás factores estén en niveles óptimos, siendo el nitrógeno (N) el nutriente al que presenta la mayor respuesta al aumento del rendimiento del grano. Cuando sea necesario proporcionar dosis altas de N, parte se puede proporcionar en base a siembra y el resto en cobertura, y se debe realizar fraccionamiento de dosis, aplicando 50% en etapas fenológicas V4 a V6 y el 50% restante en etapas V8 a V9 (Spagnollo & Scivittaro, 2020). Cómo estimar la productividad del maíz? Es posible estimar la productividad de un cultivo, incluso antes de la cosecha, por medio de muestras. Para esto, se debe observar y elegir una zona representativa del cultivo, para que la estimación sea lo más precisa posible. Hay dos métodos para estimar el rendimiento del maíz, como podemos observar abajo. Aunque la naturaleza ejerce una influencia significativa en el desarrollo y rendimiento del cultivo, es posible optimizar estos factores a través de la adopción de estrategias de manejo adecuadas, como: la correcta elección del cultivar, el manejo de la fertilización proporcionando un buen aporte nutricional a las plantas, la determinación de la densidad de plantas, así como la temporada de siembra además del manejo fitosanitario y otros manejos necesarios durante el desarrollo del cultivo. Estas prácticas crean un ambiente propicio para el crecimiento y desarrollo del cultivo, por lo que es esencial comprender la importancia de estas prácticas en el momento adecuado para garantizar buenos rendimientos. Aunque la naturaleza ejerce una influencia significativa en el desarrollo y rendimiento del cultivo, es posible optimizar estos factores a través de la adopción de estrategias de manejo adecuadas, como: la correcta elección del cultivar, el manejo de la fertilización proporcionando un buen aporte nutricional a las plantas, la determinación de la densidad de plantas, así como la temporada de siembra además del manejo fitosanitario y otros manejos necesarios durante el desarrollo del cultivo. Estas prácticas crean un ambiente propicio para el crecimiento y desarrollo del cultivo, por lo que es esencial comprender la importancia de estas prácticas en el momento adecuado para garantizar buenos rendimientos.
Semilla de soja: ¿por qué tratarla?

La semilla de soja juega un papel fundamental en el inicio del establecimiento de un cultivo; sin embargo, también la semilla de soja actúa como vector para la propagación y supervivencia de varios patógenos agrícolas. Cuando son transportados a través de semillas, estos microorganismos se introducen en nuevas áreas de cultivo, donde pueden persistir por mucho tiempo y multiplicarse entre las plantas, estableciéndose como fuentes primarias de enfermedades (Goulart, 1998). En este sentido, una de las medidas preventivas imprescindibles en el control de diversas plagas y enfermedades que pueden causar grandes daños a los cultivos es el tratamiento de las semillas. Además de la importancia de controlar los patógenos transmitidos por las semillas de soja, Henning et al. (2010), destacan que el tratamiento de semilla de soja es una práctica altamente efectiva para asegurar poblaciones de plantas adecuadas, especialmente cuando las condiciones del suelo y el clima durante la siembra no favorecen la germinación y la rápida emergencia de la soja. En tales situaciones, las semillas pueden estar expuestas durante más tiempo a hongos que habitan naturalmente en el suelo, como Rhizoctonia solani, Phytophthora sojae, Pythium spp., Sclerotium rolfsii, Fusarium spp. e Aspergillus spp, entre otros. Estos hongos tienen el potencial de causar el deterioro de las semillas en el suelo o la muerte de las plántulas, lo que resalta aún más la importancia del tratamiento adecuado de las semillas como medida preventiva esencial. Los síntomas asociados con los hongos del suelo son similares, lo que dificulta identificar el agente causal. En general, estas enfermedades se manifiestan en grupos de plantas debido a la distribución desigual de patógenos en el suelo, siendo más frecuente en condiciones de alta humedad y temperatura. A fin de mitigar la aparición de estas enfermedades, una estrategia efectiva es tratar semillas con fungicidas, proporcionando protección contra los hongos presentes en el suelo durante la fase crítica de emergencia de las plantas (Godoy, 2017). Según Henning et al. (2020), los fungicidas de contacto tienen la función de proteger la semilla contra hongos presentes en el suelo, mientras que los fungicidas sistémicos controlan los fitopatógenos que ya están presentes en las semillas, sin embargo, es fundamental que estos fungicidas estén en contacto directo con las semillas. El tratamiento de semillas con productos como fungicidas, insecticidas, nematicidas, micronutrientes e inoculantes se puede realizar en mezcla en tanque, siempre y cuando estos productos sean compatibles entre sí para la mezcla. Sin embargo, es importante resaltar que el inoculante no debe incluirse en esta mezcla, sino que se debe aplicar sobre las semillas al final del tratamiento o directamente en el surco de siembra. Esto garantiza la efectividad del inoculante y evita posibles incompatibilidades con otros productos utilizados para tratar las semillas (Henning et al., 2020). El tratamiento de semillas puede realizarse de dos formas, en el predio conocido como “On Farm”, o realizado por empresas especializadas en la industria de tratamiento de semillas (TSI). La semilla puede ser tratada inmediatamente antes de la siembra, por el propio agricultor, sin embargo, actualmente, existe un número cada vez mayor de cooperativas y empresas productoras de semillas que ofrecen a los agricultores semillas ya tratadas, listas para ser utilizadas (Henning et al., 2010). Como lo destacan Henning et al. (2020), el tratamiento de semillas realizado en la Unidad Procesadora de Semillas (UBS) ofrece varias ventajas respecto al tratamiento convencional. Estas ventajas incluyen mayor precisión en el volumen de almíbar y cantidad de semillas utilizadas, mejor cobertura de la semilla con los productos, además, el tratamiento en la UBS reduce el riesgo de intoxicación de los operadores y permite un mayor rendimiento por hora, lo que lo convierte en una opción. Más eficiente y seguro para el tratamiento de semillas.
Mejores prácticas para la siembra de soja

La definición del potencial productivo de la soja comienza con la siembra de soja, en la implementación del cultivo y en la fase inicial del desarrollo del cultivo. Varios elementos influyen en la capacidad de producción de la soja (Glycine max). Desarrollo de la soja Al comienzo de su desarrollo, el clima es uno de los principales factores que interfieren con el crecimiento y desarrollo de las plantas. Con esto en mente, se vuelve de suma importancia llevar a cabo la planificación de la siembra de soja, así como el posicionamiento de la soja en las áreas de cultivo. ¿Cuándo hacer la siembra de soja? La definición del momento más apropiado para la siembra de soja, de acuerdo con la zonificación agrícola de la región, debe basarse en las particularidades climáticas y las características del suelo presentes en la región. Según García et al. (2007), el tiempo ideal de siembra de la soja está influenciado principalmente por la humedad del suelo y la temperatura en el momento de la implantación del cultivo. Es fundamental que el suelo presente condiciones ideales de humedad y aireación, y haya sido bien manejado con el fin de proporcionar un buen ambiente para la semilla, siendo fundamental proporcionar el contacto adecuado semilla/suelo. Esto, a su vez, es crucial para garantizar que el proceso de germinación y la emergencia ocurran de la mejor manera posible. La semilla de soja comienza la germinación absorbiendo agua en cantidades equivalentes al 50% de su peso (NPCT). Según Farias et al. (2009), la disponibilidad de agua desempeña un papel esencial en la germinación y emergencia de la soja, durante este período, tanto el exceso como la falta de agua pueden comprometer el establecimiento del cultivo de soja y el logro de una buena uniformidad y población de plantas, los autores también destacan que el exceso de agua es más limitante que el déficit. Como afirman Neumaier et al. (2020), para que se ocurra una germinación rápida y una emergencia uniforme de las plántulas, es necesario que la temperatura promedio del suelo a una profundidad de 5 cm sea de alrededor de 25 ° C. La siembra realizada en suelos con temperaturas inferiores a 20 ° C puede perjudicar tanto la germinación de las semillas como la emergencia de las plántulas de soja. Figura 1. Plántulas de soja en etapa VE – emergencia La elección de los cultivares, así como la temporada de siembra, deben llevarse a cabo de acuerdo con las indicaciones de la zonificación agrícola de la región de cultivo, y deben ser recomendados por cultivares que presenten resistencia a las principales enfermedades que ocurren en la región que se cultivarán. La calidad de las semillas es un pilar fundamental para el éxito del cultivo, por lo que es imprescindible adquirir semillas certificadas que garanticen un estándar de calidad, incluyendo criterios de germinación y pureza. Otras prácticas de manejo que se deben llevar a cabo al momento de la siembra son la inoculación de semillas de soja y el tratamiento de las semillas con fungicidas e insecticidas. La inoculación es una práctica vital para mejorar los niveles de productividad de los cultivos de soja (Nogueira & Hungría, 2014). El tratamiento de semillas con fungicida e insecticida permite el establecimiento inicial del cultivo, sin la interferencia de patógenos y plagas de insectos. De acuerdo con las directrices de las Indicaciones Técnicas para el Cultivo de Soja en Rio Grande do Sul y Santa Catarina, determinadas por Martin et al. (2022), se sugiere la siembra con una población de 300 mil plantas ha-1, con un espaciamiento que puede variar de 20 a 50 cm entre hileras. Balbinot Junior et al. (2020), destacan que la densidad de siembra y el espaciamiento entre hileras, determinan la disposición espacial de las plantas en el cultivo. Esta disposición puede influir en varios aspectos, como la velocidad de cierre entre filas, la producción de masa seca, la arquitectura de las plantas, la eficiencia del uso de la radiación solar, el área foliar, la incidencia de plagas y enfermedades, así como la productividad de la soja. Sin embargo, la determinación de la población vegetal debe seguir las recomendaciones indicadas para el cultivar elegido. A continuación, podemos observar las poblaciones de plantas por hectárea en diferentes espacios entre hileras y número de plantas por metro. Tabla 1. Densidad de plantas por hectárea, según el espacio entre hileras y el número de plantas por metro lineal. Determinar la densidad de población de la soja también es esencial para garantizar una buena absorción de la radiación solar. La radiación solar es un componente ambiental importante. Según Neumaier (2020), además de proporcionar energía lumínica esencial para la fotosíntesis, también proporciona señales ambientales para una serie de procesos fisiológicos de la soja. No menos importante, la profundidad de siembra es otro aspecto importante que observar para garantizar la homogeneidad en el establecimiento y densidad de las plantas. Según García (2021), la profundidad de siembra para el cultivo de soja debe variar de 3 a 5 cm, la siembra a mayores profundidades puede causar dificultades en la emergencia de plántulas, particularmente en suelos arenosos, sujetos a sedimentación o en lugares sujetos a compactación superficial del suelo. Además, la velocidad de desplazamiento indicada para el sembrador es de 4 a 6 km h-1, de manera que la siembra se ocurra de manera uniforme, no causando daños a las semillas. Vale la pena recordar que, como lo destacan Zanon et al. (2018), el número de plantas por área es uno de los componentes principales y más importantes de la productividad de la soja, por lo que una buena plantabilidad y uniformidad de las plantas es fundamental para garantizar buenos rendimientos de soja.